Paralelamente al ajetreo de las mesas de Año Nuevo y de Papá Noel, hay una serie de fiestas de empresa, reuniones con amigos y familiares. Y, seamos francos, en casi todas ellas se supone una mesa abundante, a menudo no sin alcohol. Pero tras estas alegres fiestas, pueden surgirnos no pocos problemas de salud, también con el corazón. ¿Cómo combinar lo agradable y lo útil? Quiero reunirme con los seres queridos, charlar alegremente y, al mismo tiempo, que mi “motor” no falle. Ígor Svintsov, Vorónezh
Se acercan las fiestas de fin de año, que muchas personas esperan con impaciencia y esperanza, y los médicos las esperan, cuando menos, con ciertas reservas, sabiendo de antemano que se activará el flujo de pacientes, en concreto de casi todos los perfiles. En particular, se forman colas de pacientes del cardiólogo, ya que la gente comienza a quejarse del llamado síndrome del corazón festivo. Vamos a tratar de entender en qué consiste.
Así pues, el síndrome del corazón festivo es una alteración aguda de la conducción del corazón que se produce incluso en personas que no tienen alteraciones cardiovasculares diagnosticadas. Aparece con más frecuencia entre los 30 y los 40 años, tras consumir alcohol. La conducción del corazón es la capacidad del corazón para generar impulsos eléctricos que excitan las aurículas y los ventrículos, gracias a lo cual la sangre se mueve desde el corazón hacia la aorta. Las alteraciones en la conducción del corazón provocan arritmias y taquicardia. La manifestación más frecuente del síndrome del corazón festivo es la fibrilación auricular.
Normalmente, este síndrome se manifiesta en personas que abusan habitualmente del alcohol, aunque puede aparecer incluso en una persona que no bebe, tras consumir una sola dosis demasiado alta para ella. El nombre del síndrome refleja la situación más habitual: una persona está mucho tiempo sin consumir alcohol, pero en una fiesta se deja influenciar por sus amigos o decide por su cuenta que “en honor a la fiesta se puede”, bebe y, al cabo de poco tiempo, nota las sensaciones típicas: el corazón late más deprisa y de forma irregular, con interrupciones. En algunos casos, los síntomas aparecen inmediatamente después de consumir bebidas alcohólicas, mientras que en otros casos, se presentan al cabo de un día o día y medio. Muy a menudo, las personas con este síndrome acuden al médico tras las fiestas de empresa, los días festivos y las vacaciones.
Los principales síntomas de esta dolencia son: una alteración repentina del ritmo cardíaco y latidos cardíacos rápidos e irregulares, que suelen ir acompañados de mareos, debilidad, asfixia y, en ocasiones, punzadas agudas de dolor en el pecho. Por lo general, al cabo de 3 o 4 horas, el malestar desaparece por sí solo, aunque en algunos casos puede durar hasta 9 o 10 horas. Cuanto más etanol haya en la sangre, mayor es el riesgo de que el síndrome provoque complicaciones peligrosas: insuficiencia cardíaca, arritmias mortales, parada cardíaca repentina. Tres de cada diez casos recaen durante el año. Si no se presta atención a esto y se ignoran las recomendaciones de los médicos, puede desarrollarse miocardiopatía alcohólica: una alteración del músculo cardíaco.
El síndrome del corazón festivo se produce debido a una combinación de factores, entre los cuales el primero es el efecto tóxico del etanol en el organismo y la deshidratación que provoca, y el segundo son otros acompañantes de las fiestas, como la comida salada y la falta de sueño. Un estilo de vida generalmente poco saludable, que incluye el consumo excesivo diario de cafeína y la falta de actividad física, puede contribuir a que se desarrolle el síndrome. Las personas con sobrepeso (obesidad), enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus adquirida (incluso no diagnosticada) corren más probabilidades de desarrollar el síndrome del corazón festivo que las personas sanas.
Es importante tener en cuenta que cada persona tiene su propia norma de consumo de alcohol, que está determinada por las características individuales de su organismo y su capacidad de resistencia a las toxinas. Con todo, existe una ración convencional, una unidad de medida a partir de la cual se acostumbra a considerar una cantidad máxima permitida para una persona promedio. Pues bien, como en cualquier lugar, como se suele decir, “la temperatura media en el hospital”. Dependiendo del país, la ración convencional contiene entre 8 y 13 g de alcohol puro; en Rusia, son 10 g de alcohol puro.
La misma cantidad, por ejemplo, contiene 100 ml de vino seco (con una concentración de entre el 9 % y el 11 %) o 200 ml de bebidas de baja graduación (cócteles con una concentración del 3 % al 5 %, cerveza, sidra). Se considera que la dosis máxima permitida para las mujeres son dos raciones convencionales y para los hombres, tres raciones convencionales de alcohol. Superar esta norma no solo es perjudicial, sino peligroso para la salud. Al mismo tiempo, los médicos, como siempre y en todas partes, no se cansan de repetir que cada organismo es individual y, en principio, no existen dosis seguras de alcohol. Cualquier ración puede tener un efecto tóxico en el organismo y ser perjudicial. Bueno, esto se puede decir de cualquier cosa. Vivir también es perjudicial.
Otra cosa es que en el período de acumulación de días festivos y fines de semana, se debe ir con cuidado para tener fuerzas para las vacaciones, descansar y, si se presentan problemas de salud, que estos sean mínimos.
Por ejemplo, si una persona va a una fiesta en la que planea consumir alcohol (y, por supuesto, es inevitable durante las próximas vacaciones de Año Nuevo y Navidad), entonces debe controlar la cantidad de bebidas y no consumir más de 1 o 2 raciones convencionales. Aunque sea muy difícil, hay que intentarlo. Antes y durante la fiesta, es necesario beber bastante agua, comer bien y evitar las comidas demasiado saladas. Las bebidas alcohólicas deben consumirse lentamente, con descansos prolongados, lo que le permitirá mantener la sobriedad y regular su nivel de embriaguez y detenerse a tiempo.
Estimados lectores: les recordamos que la redacción no ofrece recomendaciones individuales. En cada caso concreto, es necesario consultar al médico. Solo él podrá tener en cuenta las características específicas de su organismo y brindar la ayuda más eficaz. Todas nuestras recomendaciones son de carácter exclusivamente general.