Suele tardarse en detectar problemas de visión en los niños. “No pone atención”, “debe estar cansado”, “está jugando”, son las explicaciones habituales ante las señales de alerta. Y muchas veces el propio niño no sabe que ve mal: se acostumbra rápidamente a que el mundo a su alrededor se vea borroso o pierda color y no se queja.
¿Cuáles son las señales que deben ponernos en alerta? aif.ru habló con el oftalmólogo pediátrico, cirujano ocular, doctor en ciencias médicas, profesor, fundador y director de la Asociación de Clínicas Oftalmológicas infantiles Ígor Aznaurián.
No se puede esperar con las enfermedades oculares. El resultado final depende en gran medida de lo rápido que se detecte la enfermedad ocular. En el 98% de los casos en que se acude a un especialista a tiempo, es posible recuperar la visión por completo o mejorarla significativamente, incluso en las enfermedades oculares graves.
Además, es muy importante entender que ante los primeros síntomas no hay que llevar al niño simplemente a un oftalmólogo del centro médico más cercano o a una óptica para que le revisen la agudeza visual, sino a un oftalmólogo pediátrico. El hecho es que el ojo de un niño es significativamente diferente del ojo de un adulto: continúa creciendo hasta los 18 años, y sus estructuras también cambian constantemente.
¿Por qué es importante no perderse el momento?
La visión de los niños se desarrolla gradualmente. Durante el primer año de vida, los bebés aprenden a fijar la mirada y seguir objetos. Algo más tarde: a reconocer caras, colores y formas. En edad preescolar, la visión se convierte en el principal instrumento para conocer el mundo: el niño dibuja activamente, juega y aprende a leer y escribir. Cuando llega a la escuela, la carga visual aumenta considerablemente: las clases, las tareas, los dispositivos y las pantallas se convierten en parte integrante de la vida.
Ahora bien, si en cualquiera de estos períodos empeora la visión, el niño no siempre sabe explicar que ve peor o siente molestias.
Es importante recordar: las enfermedades oculares de los niños no afectan solo a la agudeza visual. Su empeoramiento puede provocar los siguientes trastornos:
- Retrasos en el desarrollo del habla y la motricidad fina. Los niños aprenden a hablar y coordinar sus movimientos observando el mundo que les rodea. Si la imagen es “borrosa”, estos procesos se ralentizan.
- Disminución del rendimiento escolar. A los niños les cuesta leer, escribir o leer los textos en la pizarra. Y, muy a menudo, el alumno tiene vergüenza de decírselo al maestro. Como resultado, el niño empieza a quedarse por detrás de sus compañeros de clase, lo que le provoca estrés y pérdida de interés por los estudios.
- Problemas de autoestima. El estrabismo o las gafas pueden provocar burlas por parte de los compañeros de clase. Además, una mala visión en la mayoría de los casos impide que los niños practiquen deportes y aficiones favoritas.
- Fatiga visual y dolores de cabeza. En caso de enfermedad, la visión trabaja al límite, intentando “captar” los pequeños detalles, lo que provoca cansancio y sensaciones dolorosas.
Cuanto antes detecte el médico el problema, más fácil será solucionarlo. Los ojos de los niños son sorprendentemente “elásticos” y receptivos al tratamiento. A edades tempranas, muchos trastornos pueden corregirse sin consecuencias en el futuro, solo es necesario empezar la corrección a tiempo. En la mayoría de los casos de enfermedades oculares, es importante comenzar el tratamiento antes de los siete años.
Signos que deben ponernos en alerta
Niños menores de 3 años
A esta edad, los niños todavía no hablan o hablan muy mal y no entienden qué les duele. Por eso es importante fijarse en si:
- El niño no fija la mirada en un juguete o en la cara de su madre.
- Los ojos parecen “descoordinados”: un ojo mira hacia delante y el otro se desvía hacia un lado.
- El niño parpadea o se frota los ojos con frecuencia.
- Tiene miedo a la luz brillante o, por el contrario, no reacciona a ella.
- Acerca los juguetes demasiado a los ojos.
Niños de 3 a 6 años
Esta es una etapa de juegos activos, dibujo y primer contacto con las letras. Precisamente en este período los problemas de visión se hacen más evidentes. Hay que fijarse especialmente en si:
- El niño entrecierra los ojos al mirar la pantalla o algo a lo lejos.
- Entrecierra los ojos o cierra uno con frecuencia.
- Dice que le “duelen los ojos” o que “todo se le mueve”.
- Se choca con las esquinas de los muebles o no alcanza un objeto que quiere.
- Se acerca demasiado a la televisión o apoya la cabeza en la mesa al dibujar.
Muchas madres en esta situación piensan: “¡Es que está cansado!”. Pero el cansancio no es constante. Si no es una manifestación puntual, es imprescindible acudir al médico.
Escolares de 7 a 14 años
En la escuela, los ojos empiezan a trabajar a pleno rendimiento: pizarra, libros de texto, dispositivos. Si empeora la visión, el niño puede empezar a:
- Sentarse más cerca de la televisión o elegir la primera fila en clase.
- Quejarse de dolores de cabeza y fatiga después de clase.
- Confundir letras o saltarse líneas al leer.
- Entrecerrar los ojos y frotárselos
A esta edad, a menudo empieza la miopía, que es especialmente peligrosa porque se desarrolla sin que el niño se dé cuenta, pero progresa rápidamente.
¿Cuáles son las enfermedades oculares más frecuentes en los niños?
Los problemas de visión en los niños son cada vez más frecuentes. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 19 millones de niños sufren trastornos de la visión:
Estrabismo. El estrabismo no es solo un defecto cosmético, sino también un grave problema que puede provocar la pérdida de agudeza visual y una distorsión de la percepción del mundo circundante. Debido a la posición incorrecta de los ojos, la visión binocular del niño se ve afectada y el cerebro empieza a ignorar la imagen del ojo estrábico. Esto puede provocar que el niño vea el mundo no en tres dimensiones, sino como una imagen plana.
¿Cuándo hay que acudir al médico?
Dado que incluso las enfermedades oculares graves pueden tardar en manifestarse, la prevención más fiable son las revisiones periódicas programadas una vez al año. Al nacer, un oftalmólogo siempre revisa al bebé inmediatamente. La siguiente revisión debe hacerse a los tres meses, luego a los seis meses y al año. ¡Es obligatorio! Ninguna de estas visitas al oftalmólogo debe saltarse