Gallina transgénica con dientes: lo más parecido a un dinosaurio real
“Parque Jurásico” es un emblemático film de ciencia ficción de Steven Spielberg, cuya trama gira alrededor del multimillonario John Hammond, quien crea un parque temático único con dinosaurios vivos, recreados mediante ingeniería genética. Sin embargo, la atracción turística se descontrola cuando el sistema automático de seguridad falla y los dinosaurios comienzan a cazar a los seres humanos.
La idea de “resucitar” animales en la película resulta por demás intrigante. Los mosquitos conservados en ámbar contienen sangre de reptiles antiguos, lo que significaría que el ADN de los dinosaurios estaría conservado en sus organismos. Los científicos de la ficticia empresa InGen extraen este material genético, completan las partes faltantes del genoma con ADN de rana y luego crían a los dinosaurios en laboratorio.
A simple vista, el método parece científico, pero en la práctica todo resulta mucho más complejo.
Qué se necesita para hacer realidad la tecnología
Analicemos cada una de sus vertientes por separado.
Conservación del ADN antiguo
El ADN es un material sumamente delicado. Se destruye con el calor, la radiación ultravioleta y el paso del tiempo. Las investigaciones actuales demuestran que, incluso en condiciones ideales, las moléculas de ADN no pueden conservarse durante 66 millones de años, que es el período transcurrido desde la extinción de los dinosaurios.
Hasta la fecha, los fragmentos más antiguos de ADN que han podido hallarse pertenecen a mamíferos de hace aproximadamente un millón de años. Todos los anteriores, incluidos los de los dinosaurios, continúan siendo un enigma genético. Es más, incluso el hipotético hallazgo de restos de sangre en mosquitos dentro del ámbar resultaría inútil: en tales casos, el ADN también estaría muy fragmentado.
Asimismo, existe el problema de la contaminación: el ADN antiguo se contamina fácilmente con microorganismos modernos. Esto puede ocurrir mucho antes de la extracción, cuando los restos comienzan a interactuar con la tierra, el agua o las bacterias, así como durante los trabajos de laboratorio si no se adoptan estrictas precauciones. Por ejemplo, el ADN del científico que toma la muestra podría mezclarse inadvertidamente con el material antiguo.
Cómo completar los vacíos del genoma
En la película, los vacíos del genoma son completados con ADN de rana. Pero el problema es que, para restaurar exitosamente el ADN de un dinosaurio, y de cualquier otro ser, es preciso contar con un genoma de referencia completo que permita determinar con precisión las partes faltantes. Sin él, es imposible saber qué partes faltan y cómo completarlas correctamente.
Además, resulta cuando menos extraño utilizar ranas para la restauración. Pertenecen a los anfibios y están muy alejados de los dinosaurios en el árbol evolutivo.
Aunque “cruzarlos” diera como resultado una bestia viviente, no sería un dinosaurio, sino más bien un “ranasaurio”.
Resultaría mucho más lógico utilizar ADN de aves, por ser los parientes vivos más próximos de los dinosaurios. Pero incluso así los problemas no escasearían, como veremos más adelante.
Qué enfoques alternativos se utilizan en la actualidad
No obstante, ciertos desarrollos de la ingeniería genética podrían, en teoría, acercarnos al encuentro con los dinosaurios.
Ingeniería inversa de las aves
La reconstrucción de la estructura y el genoma de las aves demuestra que las gallinas son las más parecidas a los dinosaurios. Cuentan con una estructura de patas de tres dedos y un sistema pulmonar similar.
Por esta razón, los científicos decidieron intentar realizar “ingeniería inversa” del genoma de los dinosaurios. Esto significa que toman la secuencia genética y modifican o “apagan” diferentes genes en ella, y luego analizan a qué resultados conduce.
Así, el proyecto “Chickenosaurus” (Gallinasaurio) intenta devolver a las aves los rasgos ancestrales de los dinosaurios. Los científicos trabajan en la modificación de embriones de pollo para activar genes antiguos responsables de características perdidas: dientes, cola alargada y extremidades anteriores con garras en lugar de alas.
Los investigadores ya han logrado un éxito parcial: en los embriones de pollo comenzó el desarrollo de dientes que recuerdan a los dientes de los dinosaurios.
Pero con la cola larga surgieron dificultades. Su acortamiento en el proceso de evolución de las aves está relacionado con cambios en múltiples genes. Para restaurarla, no basta con modificar solo uno de ellos; se requiere un trabajo profundo con redes enteras de mecanismos genéticos.
De modo que, por el momento, el proyecto “Gallinasaurio” no ha creado aves vivas con rasgos de dinosaurios. Los logros de los científicos se limitan a experimentos a nivel de embriones, que no han llevado a la etapa de organismo viable. Además, sin un genoma de referencia preciso de los dinosaurios, no será posible recrear a estos animales ni siquiera con la ayuda de las aves.
Reconstrucción de rasgos mediante ingeniería genética
Algunos científicos intentan “restaurar” genes extintos. Este es el enfoque que se utiliza en el proyecto Colossal Biosciences para resucitar al mamut lanudo.
A diferencia de los dinosaurios, estos animales se extinguieron hace relativamente poco tiempo, hace unos cuatro mil años. Su ADN se ha conservado mucho mejor gracias a que sus restos se encontraban en el permafrost, aunque con el paso del tiempo también se ha fragmentado.
Mediante tecnologías de edición del genoma, los investigadores introducen cambios en el ADN del elefante. El objetivo principal es conseguir que incluya genes de mamut responsables de una espesa capa de lana o de la adaptación al clima frío. Luego, las células modificadas se utilizarán para crear un embrión que se implantará en una elefante hembra.
La reconstrucción tiene un inconveniente. No se trata de una clonación exacta, sino de la creación de un nuevo organismo.
El genoma del mamut no se restaura por completo; solo se utilizan los fragmentos necesarios para determinadas características. Y al igual que en el caso de los dinosaurios, no existe un genoma de referencia para el mamut.
De modo que, por el momento, no es posible trasladar este método a los dinosaurios, nuevamente por la ausencia de ADN apto.
Conclusión
Lamentablemente, o quizás afortunadamente, con las tecnologías de las que disponemos actualmente es imposible resucitar a los dinosaurios, como en “Parque Jurásico”. El principal obstáculo es la ausencia de ADN completo y la complejidad de la restauración del genoma. El camino más realista es la ingeniería inversa de especies existentes, pero también está muy lejos del éxito. Y en lugar de dinosaurios, es posible que nos esperen gallinas salvajes con dientes, mientras que los verdaderos tiranosaurios se quedarán en el ámbito de la ficción.