El asma bronquial es una de las principales enfermedades crónicas no transmisibles en el mundo, afectando a más de 260 millones de personas. Puede afectar tanto a niños como a adultos, y desde 1998 se celebra el Día Mundial del Asma el 11 de diciembre, fecha establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de concientizar sobre los desafíos que enfrentan quienes la padecen.
Si bien es una enfermedad para la que no existe cura y que afecta en gran medida la calidad de vida del paciente, es una afección que, con el tratamiento adecuado, se puede controlar. Por eso es fundamental prestar atención a su control durante los meses de invierno, época en la que, debido a las características de las bajas temperaturas, los episodios de asma suelen ser más frecuentes que en el resto del año.
Durante el invierno, tanto la frecuencia de las crisis como el número de hospitalizaciones relacionadas con el asma bronquial aumentan considerablemente. El principal desencadenante de este empeoramiento son las bajas temperaturas y el aire frío y seco.
Durante el invierno, cuando se está al aire libre, se tiende a respirar por la boca en lugar de por la nariz, lo que provoca que el aire inhalado no se caliente en las fosas nasales. Por lo tanto, cuando grandes cantidades de aire frío ingresan a los bronquios, se produce un broncoespasmo, es decir, un estrechamiento brusco de las vías respiratorias. Esta reacción corporal, que normalmente tiene como objetivo proteger a los pulmones del daño que puede causarles el aire frío, en las personas asmáticas les dificulta la respiración.
Pero este es solo uno de los múltiples factores que contribuyen a las crisis y al empeoramiento de la enfermedad, ya que las molestias que experimentan los pacientes también se deben a que el aire del invierno tiende a secar mucho las mucosas. Otro factor importante que influye en el invierno es la proliferación de infecciones respiratorias, sobre todo de origen viral, de modo que los resfriados y otras patologías favorecen la descompensación del cuadro asmático.
**Recomendaciones para preparar el organismo para el frío**
Sin embargo, los especialistas recomiendan que las personas con asma bronquial no pasen demasiado tiempo en espacios cerrados durante los meses de invierno, pero tampoco que dejen de salir al aire libre, ya que el confinamiento excesivo también puede perjudicar la enfermedad. Esto se debe a que, por un lado, el riesgo de contraer infecciones respiratorias es mayor en espacios cerrados y, por otro, en ambientes cerrados se acumulan ácaros cuya exposición prolongada puede influir negativamente en su salud. Por eso se recomienda realizar un análisis de alergias como el Alergocomplex Asma/Rinoconjuntivitis del adulto IgE (ImmunoCAP), que incluye los principales alérgenos inhalantes, como la alergia a perros y gatos, los ácaros del polvo d1 y los pólenes de gramíneas, abedul y ambrosía; y como alérgenos complementarios, el pollo y el álamo. El contacto con diversos alérgenos domésticos suele aumentar durante el invierno, por lo que es especialmente importante reforzar la limpieza, tanto en seco como húmeda, en el hogar.
Solo cuando las temperaturas sean muy bajas, es recomendable que los pacientes con asma bronquial eviten salir a la calle. De lo contrario, es importante salir a caminar o realizar cualquier actividad física activa, ya que la actividad física ayuda a mejorar la función pulmonar y no practicarla puede repercutir negativamente en el bienestar general.
También se aconseja que, en caso de exponerse al frío, se cubra la boca con una bufanda o pañuelo para minimizar la entrada de aire frío en las vías respiratorias. También es conveniente consultar al médico las pautas sobre el tratamiento con inhaladores durante el invierno, ya que realizar una inhalación adicional antes de salir puede disminuir las posibilidades de broncoespasmo.
[Source](https://www.7mednews.ru/bolezni/28571-kak-predotvratit-obostrenija-astmy-rekomendacii-po-povedeniju-v-holodnuju-pogodu.html)
