A menudo, una de las principales recomendaciones que el médico brinda a los padres de niños con alergias es una dieta de eliminación (prevención o restricción del contacto con el alérgeno durante un tiempo). Su cumplimiento, junto con el tratamiento de fondo, contribuye a una mejoría más rápida de la enfermedad y a una menor frecuencia de los síntomas. Por eso es fundamental que los padres realicen un control meticuloso del cumplimiento de las recomendaciones del alergólogo tanto durante la semana como durante las vacaciones.
Es importante recordar que los pensamientos y las emociones de los padres sobre la dieta de eliminación se reflejan con absoluta precisión en el niño, como en un espejo. Si para los padres, una dieta restringida es sinónimo de nuevas oportunidades, mejor salud, cierta libertad para el niño y, principalmente, mejor calidad de vida, el niño percibirá la situación del mismo modo. Si para la familia excluir productos “alergénicos” es motivo de emociones negativas y se percibe como un castigo, es probable que el niño también experimente sensaciones similares. Por eso, inmediatamente después del diagnóstico, los padres deben organizar la vida familiar de modo que el cumplimiento de las recomendaciones médicas sea algo natural y habitual para el niño, como cumplir con las normas de higiene y las reglas de conducta en la mesa.
El hábito de cumplir con las recomendaciones médicas se establecerá más rápida y eficazmente si todos los miembros de la familia comienzan a cumplir con los mismos requisitos. Y si, además, buscan junto con el niño opciones de compromiso, por ejemplo, elaboran un menú que incluya únicamente platos sabrosos y saludables para todos los miembros de la familia. Para un cumpleaños en el jardín de infantes o la escuela, se puede armar una bolsa con refrigerios saludables y sabrosos tanto para el niño como para los demás compañeros.
Dado que en los niños en edad preescolar y escolar el canal principal para asimilar información es la percepción visual, la herramienta más eficaz para desarrollar una actitud responsable hacia las recomendaciones médicas consiste en que los padres y el niño se familiaricen con materiales educativos presentados en un formato atractivo, colorido y accesible (folletos, vídeos temáticos, programas de computación). Si el niño se acostumbra gradualmente y de forma sistemática a participar en el proceso de tratamiento, recibiendo explicaciones y demostraciones sobre los beneficios del cumplimiento de las recomendaciones (mayor bienestar, creación de condiciones en las que el niño pueda ser más activo), con el tiempo desarrollará el hábito de seguir el régimen de tratamiento por sí solo y de cuidar su salud de manera responsable.
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La actitud responsable del niño hacia el tratamiento se sustenta en el conocimiento y la voluntad de los padres de aplicar sistemáticamente las recomendaciones médicas. Por eso, en primer lugar, son los padres quienes deben aprender a cuidar correctamente a un niño enfermo (el médico y el enfermero los pueden ayudar en esto). Al realizar el diagnóstico o al modificar el régimen de tratamiento, es importante que los adultos pregunten en detalle a los especialistas sobre los algoritmos básicos de tratamiento. Además, es conveniente duplicar toda la información del plan de tratamiento en forma de resúmenes, gráficos, notas y recordatorios visuales. Una vez que los adultos hayan aprendido la lección del médico y el enfermero en profundidad y en su totalidad, y hayan aprendido a realizar correctamente todos los tratamientos y medidas de rehabilitación, es necesario que el niño comience a participar gradualmente en el proceso de realización de los tratamientos: esta regla se aplica a niños de todas las edades, incluso para los más pequeños (a partir de los 2 o 3 años). Obviamente, el nivel de complejidad del contenido de la capacitación debe corresponder a la edad del niño.