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Autofagia y ayuno: ¿Por qué un microbiólogo japonés ganó el Premio Nobel?

El 3 de octubre de 2016, el Comité Nobel de Estocolmo anunció al ganador del Premio Nobel de Fisiología o Medicina. Era el japonés Yoshinori Ohsumi, un microbiólogo que describió en detalle el mecanismo de la autofagia celular en organismos vivos. No fue un descubrimiento completamente nuevo: este proceso ya se había descubierto en los años 60 del siglo XX. Sin embargo, el talentoso profesor logró descifrarlo desde una nueva perspectiva, lo que le valió uno de los premios internacionales más prestigiosos.

Pocos años los avances científicos por los que se otorga el Nobel llaman la atención del público en general. Por lo general, solo interesan a una pequeña élite de expertos e intelectuales. Pero en esta ocasión, el descubrimiento del científico japonés adquirió una popularidad inusitada desde entonces.

Hoy en día, no solo los nutricionistas, médicos y biólogos hablan de ello, sino también el ciudadano medio que lleva un estilo de vida saludable, realiza limpiezas corporales periódicas, intenta perder peso o está interesado en métodos curativos basados en el ayuno. Esto se debe a que los mecanismos de autofagia celular juegan un papel crucial en la vida no solo de los seres humanos, sino de todos los seres vivos.

Acerca del talentoso científico

Yoshinori Ohsumi (nacido en 1945) es un científico japonés, microbiólogo, profesor, doctor en ciencias, profesor del Instituto de Tecnología de Tokio y miembro de la Organización Europea de Biología Molecular.

Desde los años 80 del siglo XX se ha dedicado exclusivamente al estudio del proceso de autofagia. Un proceso descubierto mucho antes que él, en los años 60, pero cuyo papel en el organismo y cuya importancia para la vida humana nadie sospechaba. Y fue Yoshinori Ohsumi quien pudo descubrir a principios de los 90 lo determinante que era para cada ser vivo del planeta.

Mucho antes del Nobel, el microbiólogo japonés recibió varios premios por su descubrimiento. Estos son algunos de los más importantes:

  • 2008: Premio Asahi, “por la investigación molecular detallada sobre la autofagia y el sistema de degradación intracelular”.
  • 2015: Premio Rosenstiel, “en reconocimiento a sus innovadores descubrimientos sobre las funciones moleculares y biológicas de la autofagia”.
  • 2016: Premio Paul Janssen, “por el descubrimiento de los fundamentos moleculares de la autofagia como un proceso universal de autodigestión celular para la obtención de energía, que salva vidas durante el hambre”.
  • 2016: Premio Nobel, “por el descubrimiento de los mecanismos de la autofagia”.
  • 2017: Premio Breakthrough en Medicina, “por investigar la autofagia y el sistema de reciclaje que las células usan para obtener nutrientes de sus propios componentes no esenciales o dañados”.

Solo en uno de los anuncios de premios mencionados anteriormente se menciona la palabra ayuno. Entonces, ¿por qué todo el mundo relaciona este tema con el Nobel que recibió Yoshinori Ohsumi en 2016? Para entenderlo, debemos profundizar en el descubrimiento en sí.

Dato curioso. El Premio Nobel fue otorgado en 1974 a Christian de Duve, el científico que descubrió los lisosomas. Fue él quien acuñó el término “autofagia” poco antes.

Autofagia

Este término, derivado del griego antiguo, significa etimológicamente “comerse uno mismo”. Se refiere al proceso por el cual las células se deshacen de sus propias partículas dañadas, inútiles o sobrantes. Como se mencionó anteriormente, en los años 60 los científicos descubrieron que ocurría de manera episódica, pero nadie podía determinar por qué, cuándo exactamente, con qué propósito y cuáles eran sus implicaciones para el funcionamiento del organismo en su conjunto. No fue sino hasta 20 años después que Yoshinori Ohsumi decidió estudiarlo en profundidad.

La levadura fue el material de su investigación. Sin embargo, todo lo que el Nobel desentrañó en el transcurso de su investigación científica resultó ser extrapolable a todas las células vivas, incluidas las del cuerpo humano. Y estos fueron sus hallazgos.

A lo largo de la vida, debido a la influencia de varios factores (nutrición, condiciones de vida, clima, hábitos poco saludables), se acumulan desechos en el cuerpo:

  • toxinas;
  • proteínas defectuosas;
  • otras sustancias nocivas;
  • partículas muertas;
  • infecciones, bacterias, virus;
  • tejidos patológicos y dañados.

Resulta que la naturaleza ha dotado a las células de la capacidad de deshacerse de todo esto por sí mismas. En términos generales y de manera simplificada, sin entrar en terminología biológica compleja, el proceso de autofagia se desarrolla de la siguiente manera:

Estado de estrés → Las células reconocen partículas extrañas en su estructura → Las atacan → Las encierran en autofagosomas (como si guardaran basura en bolsas) → Las transportan a los lisosomas (contenedores) → Allí son destruidas y digeridas → Los productos resultantes de este procesamiento se utilizan para obtener energía necesaria, para la propia renovación y regeneración, y para la nutrición interna

El resultado es impresionante, ya que no solo hay una limpieza celular de desechos, entre los que se encuentran infecciones y virus peligrosos para la salud, sino que las células también se renuevan. Y todo ello sin necesidad de recursos externos.

Según descubrió Yoshinori Ohsumi, la producción de procesos de autofagia en el cuerpo humano de manera regular y sin fallas garantiza:

  • Una esperanza de vida más larga;
  • retraso en los procesos de envejecimiento;
  • un sistema inmunológico fuerte que responde a los ataques de cualquier bacteria o virus, incluso los más peligrosos;
  • un excelente estado de salud;
  • alta actividad física y capacidades intelectuales;
  • el funcionamiento ininterrumpido de todos los órganos y sistemas.

Pero lo más importante que pudo descubrir el Nobel es que las alteraciones en el proceso de autofagia son las culpables de patologías tan graves como cáncer, parálisis cerebral, Alzheimer y Parkinson, diabetes y muchas otras que la medicina moderna no puede curar. Por lo tanto, resulta que si las células realizan regularmente dicha “autofagia”, el riesgo de desarrollar todas estas enfermedades se reduce a cero.

En resumen, es por descubrir al mundo la verdadera causa de las patologías tan graves (violación de la autofagia) y, de paso, levantar ligeramente el velo sobre su tratamiento (restauración de este mecanismo), que el científico japonés recibió el Nobel. Ahora solo queda descubrir qué tiene que ver todo esto con el ayuno.

Autofagia y ayuno

La autofagia contribuye a prolongar la vida y curarse de las enfermedades más graves. Esto no sucede automáticamente, ya que su activación ocurre en ciertas ocasiones. Yoshinori Ohsumi descubrió que las células solo comienzan a digerir sus partículas dañadas en situaciones de estrés severo. Y el ayuno es una de las formas de provocarlo.

Cuando las células reciben nutrientes del exterior (durante la digestión de los alimentos consumidos por una persona), no tiene sentido que realicen un trabajo adicional: reconocer sus elementos dañados y encargarse de su eliminación. Pero cuando dejan de recibir cualquier nutrición externa durante un período prolongado, comienzan a buscar una salida a la situación. Y la única salida es digerir sus propios componentes.

El ayuno es una de las formas más efectivas de provocar este proceso, ya que cuando una persona se niega a comer durante mucho tiempo, su cuerpo no tiene otra opción que activar la autofagia para obtener energía de sus propias reservas internas.

Por lo tanto, el ayuno es una forma de activar la autofagia y, por lo tanto, de lanzar procesos de limpieza y regeneración celular. Además, el ayuno mejora el estado del sistema inmunológico y reduce el riesgo de desarrollar diversas enfermedades.

Cabe señalar que el ayuno no es la única forma de activar la autofagia. También se puede lograr mediante:

  • Restricción calórica;
  • ejercicio;
  • sueño profundo;
  • estrés de frío.

Sin embargo, el ayuno es uno de los métodos más efectivos y probados por el tiempo.

Es importante señalar que el ayuno no debe durar demasiado. El ayuno prolongado puede ser perjudicial para la salud. Por lo tanto, para obtener el máximo beneficio y evitar consecuencias negativas, se recomienda consultar con un especialista antes de iniciar un ayuno.

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