Averigua si puedes obtener una puntuación alta.
Las personas resistentes permanecen estables tanto en calma como en situaciones de fuerza mayor o circunstancias de la vida difíciles. La Dra. Carla Shuman, psicóloga clínica, ha identificado algunos rasgos de comportamiento que podrían demostrar que eres una de ellas. Aquí los tienes:
1. Puedes alegrarte por los demás
Y no pierdes esta capacidad cuando algo te sale mal a ti. Este indicio demuestra que estás dispuesto a dejar de obsesionarte con tu propio sufrimiento y que estás abierto a cualquier manifestación de la vida. Ni siquiera los problemas más graves pueden erigirse como barreras entre tú y el mundo que te rodea, y el dolor del alma no te impedirá sentirte entusiasmado y orgulloso, aunque sea de momento no por ti mismo, sino por los demás.
2. No sientes una envidia enfermiza hacia los demás
Es probable que todo el mundo sienta envidia de alguna vez. No pasa nada si esta emoción te ayuda a encontrar motivación para alcanzar las mismas cotas que tu amigo o amiga, o para ir a por tus propios triunfos.
Pero existe una envidia enfermiza, que a menudo se denomina “negra”. En este estado, la persona no piensa en sus propias necesidades, sino que sufre porque otro haya conseguido obtener más cosas que ella. Y, posiblemente, desee arrebatarle por cualquier medio todo aquello que ella no tiene.
Si no tienes estos sentimientos, y los éxitos ajenos te dan confianza en que tú también puedes repetirlos, es una buena señal.
3. Sabes cuidarte y lo haces
Percibes las necesidades de tu organismo y las satisfaces a tiempo. Seguramente, no pasas frío si puedes ponerte más ropa de abrigo, y no aguantas en una postura incómoda si puedes cambiarla fácilmente. Tampoco llevas ropa ni calzado demasiado apretados que te hagan sentirte incómodo, y te das cuenta a tiempo de que tienes hambre o sed. Además, casi siempre puedes determinar qué sentimientos estás experimentando y ponerles nombre. Y si estás triste, sueles buscar formas de mejorar tu estado de ánimo.
4. Intentas establecer límites claros en las relaciones
Puede que no siempre consigas mantener intactos tus límites ni respetar los de los demás. Pero los intentos regulares de establecer relaciones equitativas y respetuosas con los demás ya son indicativos de tu salud mental.
Intenta recordar que todo el mundo, incluido tú, necesita sentir un espacio libre en el que nadie entre sin permiso. Y no se trata solo de la distancia física, necesaria para una comunicación cómoda.
Cuando te hagan una oferta o te pidan algo, puede que necesites una pequeña pausa para valorar si estás dispuesto a responder afirmativamente o si prefieres decir que no. No permitas que te apresuren ni tomes decisiones con prisa si sientes que necesitas pensarlo. Los límites temporales suelen ser tan importantes como los espaciales.
5. Eres capaz de ser útil a los demás
Es decir, tienes suficiente fuerza como para ocuparte no solo de ti mismo. Puede que tengas amigos dispuestos a escucharte siempre que lo necesites. O quizá ayudes a organizaciones benéficas, por ejemplo, haciendo de voluntario de vez en cuando. O puede que tengas una afición que, además de servirte de medio de expresión, también les reporta alegría a los demás. Por ejemplo, puede que bailes o cantes y en ocasiones participes en conciertos. Todas estas son formas de ser útil no solo para ti, sino también para el prójimo, así como indicadores de una mente fuerte.
6. No te rindes cuando fracasas
En situaciones difíciles, a veces es duro mantener la motivación. Si cometes errores o sufres fracasos, es fácil tirar la toalla.
Una señal de salud mental es no sumirse mucho tiempo en la apatía ni dejarse arrastrar por el desaliento. Y si esto sucediera, intentar superar estos estados. Puede que hayas perdido la esperanza, experimentado desilusión o se haya tambaleado tu autoestima. Si, dadas estas circunstancias, sigues avanzando aunque sea con pequeños pasos hacia tu meta, es una buena señal.
7. Sabes disfrutar de las cosas sencillas
A veces, la gente deja de prestar atención a las pequeñas alegrías cotidianas. Solo las situaciones extremas y las experiencias intensas consiguen que experimenten emociones positivas. Por ejemplo, sienten euforia cuando se tiran en puenting, pero no son capaces de alegrarse con un paseo normal. Y en un restaurante, eligen platos exóticos porque la comida sencilla les resulta insípida. Estas no son muy buenas señales.
Por otra parte, si consigues disfrutar de una simple taza de café, pasar una tarde agradable escuchando música tranquila o charlando de tonterías con tus amigos, es que estás bien.
8. Dejas pasar los rencores fácilmente
No, esto no significa que estés dispuesto a perdonar ipso facto cualquier cosa mala que te haya hecho el causante de tu agravio. Puedes sentir enfado, dolor, desilusión y sensación de indefensión. Pero estas emociones no duran eternamente. Los nuevos acontecimientos pueden suscitar en ti curiosidad y alegría, divertirte o sumirte en recuerdos agradables. Y te dejas llevar por estos sentimientos en lugar de aferrarte al dolor y al rencor del pasado. Las heridas emocionales se curan con el tiempo, aunque a veces sea despacio, y tú no pones impedimentos para que esto suceda.
9. A menudo tienes sentimientos de agradable expectación
Esperas con alegría el encuentro programado con tus amigos. Cuentas los días que faltan para el concierto de tu grupo favorito, para el que ya has comprado las entradas. Te imaginas lo rico que va a estar el plato que has pedido en la cafetería o el pastel que has metido en el horno. Y, en general, no dudas de que en el futuro pasarán muchas cosas buenas, aunque tampoco desaparecerán las dificultades.
Necesitas experiencias positivas. Y te esfuerzas por obtenerlas, incluso aunque no todo en la vida te alegre ni te inspire.
10. Cada día encuentras un motivo para estar agradecido
Puede que ahora mismo no estés pasando por tu mejor momento. Pero, aun así, te das cuenta de las agradables sorpresas que podrían no haberse producido.
Por ejemplo, paras por el camino de vuelta a casa para admirar lo bonito que está cayendo la nieve o para contemplar un arcoíris muy intenso. Percibes que un desconocido te ha sonreído. Si conduces, te alegras mucho al comprobar que todos los semáforos están en verde. Y estás agradecido porque te ocurran estos pequeños milagros.
Puede que no tengas todas las señales enumeradas. La psicóloga Carla Shuman destaca que no pasa nada, ya que la mayoría de las personas se encuentran en la misma situación. Lo más importante es