Investigadores de la Universidad de Medicina de Viena descubrieron que los intestinos de las mujeres embarazadas y en período de lactancia duplican su tamaño. Estas increíbles transformaciones se llevan a cabo para facilitar una mejor nutrición de la madre absorbiendo más nutrientes. La información fue publicada en la revista Nature.
La profesora titular del Departamento de Pediatría del Hospital del Instituto de Ginecología y Obstetricia, que lleva el nombre de N. N. Pirogov, doctora en Ciencias Médicas, Olga Tarásrova, explica para aif.ru:
“El embarazo provoca una serie de cambios en el organismo de la mujer, que afectan a todos los órganos y sistemas. Estos cambios tienen como objetivo estabilizar las funciones vitales de la futura madre y garantizar un embarazo sin problemas y el feliz nacimiento de un bebé”.
En primer lugar, se producen cambios en el sistema hormonal: aumenta la concentración de dos hormonas importantes, el estrógeno y la progesterona. Estos provocan cambios en el funcionamiento de varios sistemas y el tracto gastrointestinal (TGI) no es una excepción.
En primer lugar, el tono del TGI disminuye tanto por los cambios hormonales como por el desplazamiento de los órganos debido al aumento del útero. El estómago pasa de una posición horizontal a una vertical y, al mismo tiempo, se desplaza hacia arriba y hacia atrás. Por lo tanto, su tono disminuye, el paso de alimentos al intestino se dificulta y aumenta la probabilidad de reflujo del contenido.
Esto es precisamente lo que aumenta el riesgo de acidez estomacal después de comer.
Además, debido a la acción de la progesterona sobre la musculatura lisa del intestino, se observa una tendencia a retrasar la evacuación intestinal (en pocas palabras, estreñimiento). Y al mismo tiempo, aumenta la absorción de oligoelementos, agua y nutrientes en el intestino. Esto se debe tanto a la mejora de la función de absorción intestinal como al aumento de su longitud.
Se ha establecido que el establecimiento y la formación del perfil microbiano del intestino, así como la acción de los microorganismos en el bebé, comienzan en el período de desarrollo intrauterino, mucho antes del nacimiento.
