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A veces llueve, a veces nieva: la Dra. Taradeeva nos enseña a lidiar con los cambios abruptos del clima

Historia: Cómo cuidarse durante la temporada de gripe

Los cambios de clima este invierno han sido muy variables. El paso de temperaturas bajo cero a deshielo es acelerado y muchos ya acudieron a las farmacias a abastecerse de analgésicos. La doctora en terapia Tatiana Taradeeva explicó en aif.ru qué otros riesgos para la salud esconden los bruscos cambios de temperatura.

Las bruscas alteraciones de temperatura afectan negativamente al bienestar, pues generan situaciones de estrés para los mecanismos de termorregulación del organismo. Como consecuencia, la inmunidad puede debilitarse, provocando que la persona se vuelva más propensa a contraer infecciones. Los bruscos descensos de temperatura provocan espasmos en los vasos sanguíneos, mientras que los aumentos repentinos ocasionan su dilatación, lo cual puede generar malestar, en particular en personas con patologías cardiovasculares. Además, puede agravar enfermedades de los órganos respiratorios como el asma. Pero los cambios bruscos de temperatura aumentan el riesgo de contraer enfermedades infectocontagiosas.

Disminución de la actividad inmunitaria. Los bruscos descensos de temperatura pueden debilitar las funciones protectoras del organismo, haciéndolo más vulnerable al ataque de los virus. Además, las mucosas de los órganos respiratorios funcionan peor.

Falta de tiempo para la adaptación. El organismo no consigue reorganizarse ante un cambio brusco de temperatura y esto perjudica sus defensas.

Actividad de los virus. Con la llegada del frío, algunos virus, como la gripe, pueden mantenerse activos por más tiempo, lo cual aumenta el riesgo de contagio.

Aire seco. En invierno, el aire suele volverse más seco y esto favorece la propagación de los virus.

Acumulación de personas en espacios cerrados. A causa del frío, las personas pasan más tiempo en ambientes cerrados, lo cual incrementa el riesgo de contagio de infecciones.

Mayor actividad. Cuando suben las temperaturas, las personas se vuelven más activas, lo cual también favorece la propagación de los virus, sobre todo si se cambia la ropa abruptamente y se opta por prendas más livianas.

Enfermedades crónicas. Los cambios bruscos de temperatura pueden agravar las enfermedades crónicas, incrementando así el riesgo de contraer infecciones.

¿Quiénes integran el grupo de riesgo?

Quienes tienen enfermedades crónicas (por ejemplo, cardiovasculares o asma), las personas mayores y los niños con inmunidad debilitada corren mayor riesgo. También integran el grupo de riesgo quienes toman medicamentos inmunosupresores o han sufrido enfermedades graves.

¿Cómo reducir el riesgo de contagio?

Vestirse según el clima. Usar ropa de acuerdo a la estación, preferentemente en capas, y no olvidar el gorro y la bufanda.

Vacunarse preventivamente. Vacunarse contra la gripe a tiempo reduce considerablemente el riesgo de contraerla, en especial en los grupos poblacionales más vulnerables.

Cumplir las normas de higiene. Lavarse las manos con frecuencia y recurrir a desinfectantes ayuda a evitar los contagios.

Alimentarse correctamente. No descuidar el consumo de vitaminas y minerales. En particular, las vitaminas C y D, y el zinc son muy útiles para protegerse de los virus.

No dejar de lado la actividad física. La práctica moderada de deportes fortalece el sistema inmunitario.

Minimizar el tiempo al aire libre. En los días de bruscos cambios de temperatura, intenta pasar menos tiempo a la intemperie.

Ante los primeros síntomas de resfrío o gripe, no postergar la consulta médica.

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